Canción de Navidad de Charles Dickens

viernes, 28 de diciembre de 2012


¡Navidad, Navidad, dulce Navidad! ¿Hay alguna mejor época del año? Antes de que termine Diciembre, no puede faltar una mención al clásico Canción de Navidad de Charles Dickens.
Con su estilo personal, la narración se desarrolla como una conversación con el lector. Hay que señalar que la "Canción de Navidad" no es una canción, aunque Charles denominó "estrofas" a cada uno de los cinco capítulos que comprende la obra.
Jacob Marley y Ebenezer Scrooge habían sido socios en una casa de cambios. Una noche de Navidad, Marley fallece, dejando a Scrooge como único dueño de toda la fortuna que habían acumulado.
Siete años después, frente a una nueva Navidad en Londres, Scrooge niega ayuda a dos señores que organizaban una obra de beneficencia, rechaza la invitación a la fiesta de su único sobrino (y pariente vivo) y a penas permite que su secretario (o amanuense si se quiere) tenga el día libre. Por lo tanto, vemos en Scrooge a un viejo engreído, egoísta y malo.
Esa misma noche, el fantasma de Marley se presenta arrastrando unas cadenas y le advierte a su antiguo amigo que debe enderezar su vida o correrá su mismo destino. Como última oportunidad, le envía a tres espíritus que lo harán reflexionar.
El primero de ellos, es un anciano con forma de niño, que representaba al espíritu de la Navidad pasada. Scrooge revive con este espíritu sus recuerdos como niño en un internado, como aprendiz en un taller, como novio de una joven hermosa a la cual terminaría dejando por ser pobre.
El segundo espíritu, es un gigante, que representa la Navidad presente. Así que lleva a Scrooge a la casa de su amanuense (cuyo hijo, Tiny Tim, es lisiado); a la de unos mineros; a un faro; a un barco; a la fiesta de su sobrino; a hospitales y cárceles; a ver niños que sufren grandes miserias.
El tercer y último espíritu, es una presencia alta y tenebrosa, que representa a la Navidad futura. Con él, Scrooge va a distintos lugares donde se rumorea sobre la muerte de un viejo rico y avaro; donde se venden objetos del recién difunto; a su despacho donde otro ocupa su lugar; y al cementerio donde ve su tumba.
Con temor, Scrooge le pide al espíritu que le de una oportunidad para enmendar las cosas. Ya desesperado, se aferró a la mano del espíritu. Ésta se fue transformando hasta convertirse en un barrote de la cabecera de su cama.
Sumamente agradecido, salió a la calle transformado: donó a la obra de beneficencia; celebró junto con su sobrino; aumentó el sueldo a su amanuense y se hizo tutor de Tiny Tim.
La transformación de Scrooge es total, lo que parece poco realista, ya que todo sucedió en tan sólo una noche. Sin embargo, la calidez con la cual narra Charles, nos hace creer en la magia de Navidad.

5 comentarios:

¡Muchas gracias por dejar un comentario en el blog!