Algunos planifican su vida de enero a diciembre, yo lo hago en Octubre. Mi blog ha marcado una línea en mi historia, un antes y un después, ha pasado a ser parte de mí tan profundamente que ya no sé donde empieza Natasha y donde termina Nanny. Durante muchos años, la dedicación era total, la pasión era indiscutible y hubiera llegado a hacer cualquier cosa con tal de que mi blog fuera el mejor.
Pero nunca fue el mejor. He cometido errores, descuidos y me he dejado llevar por la pereza. Me dormí en los laureles. Abracé un dolor, una furia constante y un ego herido. Me enojé conmigo misma y lo trasladé a palabras. Me vi sola. Fui infeliz.
El blog es una parte importante de mi vida y de mi personalidad. Y no siempre me hizo bien. Si no lo reconozco ahora, que ya llevo siete años con esto, no sé cuando podré hacerlo. Me presioné para llegar a fechas imposibles, viajé a horarios peligrosos para no perderme algo que en el fondo no me interesaba. Creía que me reunía con amigos y también con personas que me trataban como si fuera única, cuando solo era una más del montón. Me olvidé o preferí olvidar que una pasión por los libros era para otros un negocio, una transacción que si no presentaba beneficios no servía. Me lo recordaban y volvía a ignorarlo. Porque es un mundo hermoso y emocionante. Conocía a autores, me regalaban libros, obtenía acceso a funciones privadas, descubría el detrás de escena, participaba en charlas, recibía sus comentarios que me animaban a seguir. Eran momentos que valían la pena.
¿Saben qué es lo más tremendo de todo? Que volvería a hacerlo. Sin dudarlo. Volvería a viajar equivocándome de colectivos a medianoche en zonas que desconocía, volvería a quedarme sin dormir para terminar un libro antes de la función privada de la adaptación, volvería a decidir no estudiar para un examen por hacer una reseña, volvería a creer en las mismas personas que me decepcionaron.
Pero, me hago vieja y más gorda con el paso de los días y siento que ya no estoy para estos trotes. Deberé pedir perdón, clemencia, y hacer lo que pueda con el tiempo que tenga y con la plata que tenga. No será lo mismo, así que no les pediré que me sigan, que me lean, como era antes. Les agradezco que me hayan acompañado hasta este séptimo aniversario (si es que aún queda alguien ahí). Se los agradezco muchísimo.
Seguiré con el blog, claro que sí, me cuesta muchísimo separarme. Pero, seré políticamente incorrecta, usaré todas las malas palabras que quiera (mandaré a la mierda a todos los guachos que me jodan), haré lo que me plazca y cuando algo no me cierre, serán los primeros en enterarse. ¿Cambiaré la temática? ¿Dejaré de hablar de libros? Claro que no, ¿de qué otra cosa podría hablar si es lo único que conozco? ¿Dejaré de hacer sorteos? En parte y lo lamento, pero me recurren muchos gastos que no estoy capacitada para tener y me mete en compromisos apretados y se me cae la cara de vergüenza cuando me atraso al enviar algo. No quiero tener más problemas con nada ni nadie. Si consigo que alguien colabore para sortear algo, genial, de lo contrario, no sacaré nada improvisado de la galera. ¿Y cómo voy a obtener colaboraciones si esto se cae al tacho? Seamos positivos, en el fondo ya no las necesitamos (se larga a llorar). No sé si se dieron cuenta, pero ya no contamos con patrocinadores. Estamos solos en el mundo.
Es lo que hay. Veremos qué puedo hacer con esto.
Disculpen si los agarré para catarsis.
Gracias por estar.
¿Feliz séptimo aniversario?
¡Feliz Séptimo Aniversario!