Literatura y Publicidad: Parte 2 (el uso publicitario de los libros como forma de prestigio)

viernes, 18 de enero de 2013

Como ya hemos visto anteriormente en la publicidad de Seat que usó la voz y un cuento de Cortázar, en la primera parte de este análisis, se analizará la provechosa relación entre la literatura y la publicidad. Hemos de detenernos en el hecho de que la finalidad de la publicidad es realizar la difusión y la venta de los productos anunciados a la mayor cantidad de público. Por lo tanto, siguiendo esa lógica y manteniendo el inocente pensamiento de que si se ve al libro como objeto de mercado, y no como bien cultural, se lo ayudará a alcanzar un público más masivo y a incentivar la lectura.
La literatura ha participado continuamente en el mundo de la publicidad para vender objetos ajenos a ella, desde escritos de autores como Cortázar, Cervantes, Shakespeare, García Lorca; hasta de personajes emblemáticos como el Quijote, Dr. Jekyll y Mr.Hyde, el Principito, etc. Uno de los mayores problemas de este tipo de publicidad, es el rechazo por parte del lector; lo que no ocurre cuando lo que se pretende difundir con publicidad es el libro. Y ese es el punto central: la relación de literatura y publicidad cuando se analiza la dependencia de la primera sobre la segunda.
La publicidad ha tomado lo que ha querido de la Literatura y lo ha sabido aprovechar. Del otro lado de la moneda, encontramos mercados editoriales aferrándose a las tácticas publicitarias y alentando a sus escritores a realizar best-seller aptos para los parámetros de moda.
El discurso publicitario está en una continua búsqueda de hallar prestigio y reconocimiento a través de diferentes voces, figuras y obras, no sólo de la literatura, sino que también del mundo del arte y de la ciencia. Estas relaciones crea un acercamiento inmediato en el público objetivo. De esta forma, la publicidad se alimenta de la literatura, de sus personajes, de sus frases, de sus estereotipos, para prestigiar al objeto en venta llegando incluso a convertir al texto literario como objeto de consumo. Es entonces cuando la publicidad asienta, crea y difunde obras literarias.
¿Cuántas publicidades para la venta de objetos no culturales puedes reconocer con bases literarias? ¿Y científicas o artísticas? ¿Cuántas publicidades de objetos culturales puedes reconocer en tu país?

2 comentarios:

  1. Ese es el problema, que al final se da la vuelta a la torrilla; en vez de que la cultura use la publicidad es la publicidad la que usa la cultura a su antojo y forma. Buen artículo!

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