Esta novela es una de las más importantes obras de la nueva literatura brasileña. Su autor, nacido en Bangu, Río de Janeiro, en 1920, falleció en 1984. Ha vivido una existencia intensa y agitada: entrenador de diversos boxeadores, trabajador en una hacienda, pescador, maestro en la escuela primaria de una aldea pesquera, actor de cine y televisión y viajero infatigable.
Muy elogiada por la crítica y calurosamente recibida por el público, Mi planta de naranja-lima, en páginas de gran colorido narrativo y extraordinaria fuerza, relata la historia de un niño que un día, de pronto, descubre el dolor y se hace adulto precozmente.
Las ensoñaciones, la picardía, el sufrimiento y la ternura del protagonista, hacen que esta historia de vida atraiga al lector desde sus primeras páginas.
Me acerqué a esta obra luego de que me comentarán que era sumamente emotiva e inigualable... Nunca me hubiera imaginado, que terminaría llorando... Varias veces y en varias partes. La historia es sencilla, un niño pobre pícaro, de una familia numerosa, en donde el padre está desempleado, donde la madre debe trabajar enferma sin descanso y donde sus hermanos deben rebuscarse en la vida para juntar dinero, ya sea trabajando en una fábrica, lustrando zapatos o vendiendo pertenencias; es muy inteligente y a pesar de su corta edad comprende la vida casi como un adulto. A lo largo de la novela, nos enteraremos de lo que le ocurre a ese pequeño. Vasconcelos logra crear una armonía en el argumento mientras lo llena con el aroma a Brasil.
Pronto, empezaremos a encariñarnos con el protagonista, llamado Zezé, quien realizará muchas travesuras por la cuales nos reiremos. Pero esta no será una novela de pícaros. Nuestro pequeño hará de las suyas, pero también se remedirá el doble. Mientras nos cuenta de las penurias que vive, nos toparemos con la pobreza extrema, con la violencia familiar (contada por él como algo de lo más normal), con los valores de la comunidad, con el miedo, la maldad, la muerte, la ignorancia. la enfermedad, la bondad y el perdón.
Como dos grandes abismos, tendremos a la figura de Dios, el niño Jesús y al Diablo. Con la misma línea, la planta de naranja-lima simbolizará la inocencia y la niñez pura de Zezé. Rica en anécdotas y figuras, su lectura resultará de lo más ávida. Algunas palabras no han podido ser traducidas y se encuentran en su portugués original, lo que le da un toque mágico y refuerza el escenario colorido del gigante latinoamericano.
No quiero contarles demasiado acerca del argumento de la novela, pues ésta realmente debe disfrutarse en solitario y en la más profunda calma. ¡Son tantas cosas lo que la novela brinda y que deben ser bien asimiladas!
El personaje de Zezé, que se va transformando a medida que leemos, será nuestro punto de sensibilidad. El pequeño de tan solo seis años sufrirá más de lo que cualquier persona puede sufrir. Y pensar que en las favelas hay tantos Zezé, que tal vez nunca lleguen a conocer la "ternura" y que quedarán por siempre en la oscuridad. Mi planta de naranja-lima tiene mucho de carácter de reclamo social, lo cual es inevitable al narrar algo como esto. Pero no lo lean de esa forma, esta es una historia para conmover y ser conmovido.
Esta novela quedará para siempre como una de mis mejores lecturas, es especial y única. Terriblemente triste y real.
Es muy triste. Reseña okey!
ResponderBorrarSi, pero vale la pena.
Borrar¡Muchas gracias!
UNA NOVELA MUY TRSTE SI L LEES 10 VECES LS 10 VECES TE HACE LLORAR...MUY TIERNA
ResponderBorrarSi, totalmente de acuerdo, pero vale la pena!
BorrarME DIO MUCHA TERNURA ,LLORA MUCHO
ResponderBorrarSii, justo por eso se hace inolvidable.
BorrarHola la verdad me gustó mucho la novela donde cuenta la realidad
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