Continuando con las novedades, les dejo ahora las de Editorial Vestales. Muchísimas novelas para suspirar:
Una mujer inocente más un hombre pérfido, más otro hombre pérfido. Está
claro que solo uno de los dos puede ser redimido del halo de
maledicencia que lo precede; está claro que la mujer solo elegirá a uno
de los dos. Entonces, el tercero se cae de la ecuación. Antes, sin
embargo, hará todo lo posible por quedarse. Caroline Barton ha
vivido una vida sencilla en la campiña inglesa, en un pueblo que parece
que no se enteró de que están a principios del tumultuoso siglo XIX.
Ella no conoce el mundo y el único indicio que tiene de un vínculo
amoroso es el de su hermana Rachel que se ha casado por amor. Caroline
desconoce, entonces, lo infrecuente de ese tipo de uniones. Cuando
Rachel está por dar a luz, la hermana menor se traslada para
acompañarla: sale así por primera vez del caparazón idílico en el que
vivía. En casa de su hermana, conocerá al pérfido señor Diggory que la
persigue con unas intenciones que ella rechaza. La inexperiencia hará
que Caroline elija al señor Knoxville, en cambio, un hombre cuya fama
solo es digna de ser mencionada en tabloides amarillistas y al que ella
cree poder salvar a través del afecto. Diggory, pérfido al fin,
intentará por todos los medios separarlos. Y lo logrará, aunque más no
sea solo por un breve tiempo. La inocencia, el incontrolable deseo, como
así también la férrea voluntad de Caroline la ayudarán a despejar las
incógnitas de la ecuación y resolver, de una vez, el enigma. Escrita con un estilo impecable y elegante, con la certera potencia de un flecha que da en el blanco, Inocencia y perfidia pone sobre el tapete a las complicadas relaciones entre hombres y mujeres.
La línea del corazón de Lena Michell. Páginas: 384.
La rebeldía es un acto de la consciencia que se hace contra algo que se
quiere cambiar. Pero también se apaga con la misma rapidez e intensidad
con la que surge: los guerreros rebeldes dejan de serlo cuando toman el
poder; los artistas, cuando su obra es aceptada. Desde ese punto
de vista, no puede decirse que Olivia Hamilton se rebele. Ella,
simplemente, es distinta, y nada puede hacerla cambiar. Si usa ropa de
varón, lo hace ya que resulta más cómoda para montar; si se duerme en
clase, se debe a que no quiere saber la aburrida lista de formas de
cortesía con la que tiene que dirigirse a un conde o a un duque; si dice
las cosas tal cual son, es porque detesta la hipocresía. De eso, claro,
hay mucho en el colegio de señoritas en el que está recluida por
decisión de sus padres con el objetivo de encauzarla. Alexander
Sinclair, duque de Ashford, mentor del internado para muchachas que está
en sus tierras, sonríe una o dos veces al año. Con un pasado sombrío,
con varios desengaños a cuestas, apenas se interesa por las mujeres lo
justo como para saciar sus necesidades y aspirar a que una le provea un
heredero. Sin embargo, se cruzará con Olivia y el impacto será
como el de un choque de planetas: nada de lo conocido podía prepararlos
para ese encuentro en el que el carácter y la sensualidad desbordarán.
La escena está preparada, la trama dispuesta con la claridad que puede
ver una quiromántica que sepa leer la línea del corazón de las manos de
Olivia y Alexander. Con protagonistas profundos y complejos,
con personajes secundarios deliciosos que parecen querer salir del papel
y materializarse, Lena Michell nos trae una novela adorable e
irreverente, de las que permanecen en la memoria mucho después de
terminar la lectura.
El refugio perfecto para el constructor de castillos de naipes de Adriana Hartwing. Páginas: 288.
Corre el año 1828 y un extranjero asola las mesas de juego de la
incipiente Buenos Aires. Nadie en los bajos fondos –pero tampoco en la
alta sociedad– desconoce a Gabriel Hawthorne, llegado de Inglaterra hace
algunos años, parte de una familia acaudalada que posee tierras en la
joven nación del Plata. Pese a la fama que lo precede, pese a que
muy pocos resisten la tentación de evitar una partida de naipes con él,
pese a la alegre compañía de truhanes y prostitutas, de caballeros y
damas en fiestas de sociedad, Gabriel vuelve a su casa solo, rodeado de
bruma; una niebla que lo acosa y lo persigue, que le recuerda que todo
lo que tiene puede derrumbarse como un castillo de naipes. El
azar cambia sin explicaciones. En una mano, gana una finca en la
provincia de Corrientes y, harto de todo, decide probar suerte en las
tierras de las que ahora es dueño. Allí, encontrará la propiedad
habitada por Emilia Balmaceda y sus tres hermanos; sobrinos del hombre a
quien le ganó las tierras. Entonces, comenzará otra partida: una en la
que la habilidad con los naipes no servirá de ayuda; una en la que ambos
deberán apostar a todo o nada para transformar ese lugar en un refugio
que los contenga a todos. Adriana Hartwig recrea un universo
perfecto: desde los bajos fondos porteños hasta la Corrientes rural del
siglo XIX. Con personajes indelebles, nos cuenta una historia de amor y
desamparo; una huida y un refugio.
El mal perdedor de Lis Haley. Páginas: 288.
Jacob Carrington, marqués de Stratford, no quiere estar en Londres. A
pesar de que viaja allí todos los años, se siente más a gusto en el mar,
en las tierras que posee al otro lado del océano, en el Nuevo Mundo. El
marqués de Stratford detesta tener que ir a bailes y fiestas a los que
se ve obligado a asistir cuando está en la ciudad. Lady Janice
Collins es la hija menos tradicional de una familia tradicional: adora
andar a caballo, la vida al aire libre, la lectura. Es incapaz de
refrenar la lengua cuando alguien describe cómo debe comportarse eso que
se conoce con el absurdo concepto de “dama”. En contra de eso, escribe y
publica secretamente libros que hablan de una nueva mujer y que las
muchachas londinenses leen a escondidas. Por supuesto, detesta ir a
bailes y fiestas a las que su familia la obliga a asistir. En una
de esas veladas, un encuentro fortuito los hace girar a ambos con la
intensidad de un vals agitado. Ella huye de un pretendiente, el señor
Corey Bradley; él, busca a su mejor amigo, que no es otro que el mismo
señor Bradley. Entonces, el juego comienza: uno que implica que el
marqués seduzca a lady Collins y la abandone para que, despechada, corra
a los brazos de Bradley. Claro que las cosas se complican: en el juego
hay disfraces, ocultamientos, un cazador cazado, una amistad que no se
quiebra pese a todo y un enemigo común, un pirata que busca secuestrar a
Janice. En medio del rescate, una situación desesperada: jugársela a
las cartas con el secuestrador. Solo un tipo de hombre es capaz de hacer
algo así: un mal perdedor. Lis Haley retoma el tema que
más le gusta: la relación entre hombre y mujeres vista como una
contienda, un juego que encierra peligro y deleite por igual.
¡Preciosas todas!
¿Cuál te gusta más?
A mí me encantan las últimas tres, en especial La línea del corazón.
La portada de El mal perdedor la chica es la misma de El encanto del cuervo de Maria Martinez O:
ResponderBorrarEs verdad, jajaja. ¡Que buena memoria tienes!
BorrarCool
ResponderBorrarDe todas esas leería encantada "La línea del corazón" de Lena Michell. De hecho quiero leerla ya XD La buscaré, ojalá la encuentre aquí en Chile =)
ResponderBorrarTengo muchas ganas de leer Lisa Haley.
ResponderBorrarBesos